FEBE
Sentada en aquella mesa sentí que iba a colapsar. Mis emociones no me estaban jugando una buena pasada, además de que al estar tanto tiempo forzándome a estar despierta, me encontraba mareada y no hacía más que disociar. Me terminé mi desayuno, logrando no dormirme. Debía espabilarme y conseguir llegar al apartamento para tener el resto del día libre. Quizá hasta me echaba una siesta. Ya no tenía droga encima, por lo que estaba completamente limpia. El dinero de la bolsa de deporte sería lo único que pudiera delatarme, pero, obviamente, nunca la abriría en las calles principales de Acicchia.
Me levanté de mi asiento y tratando de parecer despreocupada salí de la cafetería y miré el móvil al llegarme un mensaje. Cinzia me había llamado, y, en nuestro grupo de chat, Arlo estaba enfadado porque, como siempre, no había llegado pronto. Ella me preguntaba que qué tal estaba, a lo que yo apagué el teléfono móvil con un suspiro de irritación. Cogí el siguiente autobús de una parada cercana, como siempre hacía, y llegué a mi destino en unos cinco minutos. Agarré la bolsa con fuerza a mi hombro.
Saqué el llavero del bolsillo de mi sudadera y conseguí dar con la llave correcta en unos tres minutos, a pesar de que sabía perfectamente cuál era. Miré a ambos lados del callejón, por si había alguien cerca, y cuando me aseguré de que nadie me observaba entré dentro y cerré rápidamente. Súbitamente, sentí como alguien me agarraba de la capucha y me pegaba contra el hormigón armado de la pared. Parpadeé varias veces para encontrarme con Rocco, que me observaba con los ojos bien abiertos. Su hermano pronto lo apartó de mí tratando de calmarle y yo tosí cuando apartó su grande mano de mi garganta.
- Lo siento, Arlo… necesitaba comer algo. Estaba mareada. -y lo seguía estando.
Eché una breve mirada a la entrada, poco iluminada y con un aspecto aún más desolador que normalmente. Cinzia me miraba desde nuestra puerta, con una mueca entre disgusto e intranquilidad.
- Me da igual. ¿Qué tienes?
- Todo lo que me pediste. -entrecerré los ojos para intentar estabilizar mi visión-. Como siempre. -traté de sisear y clavé mi mirada en la suya, agarrándole de la camisa-. Repartid el asqueroso dinero para que me pueda echar una buena siesta. -repliqué mientras sacaba los billetes de cincuenta del bolsillo interior de la mochila.
Cuando por fin terminó de contar y repartió las cantidades que nos pertenecían a cada uno de nosotros, me fui a la habitación que compartía con la norteña y me tiré en la cama, donde caí dormida durante varias horas, sin saber que por la noche también se me asignaría un lugar donde vender, pues un conocido de Arlo sabía de alguien que organizaría una fiesta.
Mi mirada se paseó por el bar hasta encontrar el objetivo perfecto. El chico negro con el que había cruzado miradas antes, llevaba ropa de marca y ese rolex le quedaría genial. Saqué la bolsita de terciopelo negro con la caja del reloj de mi bolso, y cogí un bolígrafo para ponerle una nota: "Hey, no he podido evitar fijarme en tu ropa cara y, claramente de marcas de diseño por lo que tampoco he podido ignorar lo bien que te quedará esto. Además combina con el color de tus ojos. Quédatelo". Metí la nota en la bolsa e iba a dárselo yo misma, pero una camarera se acercó a la mesa para tomar nota a la chica que acababa de sentarse con él, así que aproveché. Le dije a la camarera que le diera la bolsa. Cuando se la dejó en la mesa crucé mi mirada con la de él y tras sonreír me fui de la cafetería.
—Que directa eres. Ni un "buenos días, Eros" ni un "¿qué tal estás?" —río, fingiendo estar molesto, aunque no me sale muy bien. —Tiene usted muy malos modales, señorita Angelina Venusta Scarpello.
Ambos reimos mientras ella agarra una silla de la mesa de al lado y se sienta abriendo las piernas y apoyándo los brazos en el respaldo.
Cuando logro recuperar la respiración de reírme, contesto a su pregunta.
—¿Dónde quieres que sea la fiesta? Venga, esta vez te dejo elegir. ¿Casa o yate?
—La última vez fue en el yate… no quiero tener que volver a sacar borrachos del agua —Reímos. La casa de Eros es inmensamente grande, cosas que hace el dinero. Sin duda es el mejor lugar para hacer una fiesta, después de su yate, pero por desgracia la gente nunca te toma enserio cuando hablas de una fiesta en medio del mar, hasta que lo ven.
De repente la camarera se acerca a la mesa y deja sobre esta una bolsa. Parece que el regalo va dirigido a Eros pero no me importa, rápidamente lo tomo entre mis manos y saco un reloj caro de su interior.
—¿No tendrás un admirador secreto? —Digo entre carcajadas mientras me intenta arrebatar el objeto de entre las manos.
—¡Oye! —Digo en voz alta levantándome de la silla para que todos los presentes en la cafetería me presten atención —¡Esta noche fiesta en su casa! —Señalo a mi amigo y a continuación digo su dirección para asegurarme de que todos vengan, a pesar de que no los conozco. Si asisten a la fiesta de un desconocido, automáticamente me caerían bien. Y cuanta más gente venga, mejor.
De repente, la camarera que trae, juntamente con el pedido de Venus, una pequeña bolsa. Antes de que pueda echarle un vistazo, mi amiga se abalanza sobre ella y saca un precioso reloj. Mientras ella lo ojea, logro tomar la nota dentro de la bolsa antes de que lo haga ella. Leo la nota y me quedo algo sorprendido al comprobar que va para mi.
—¿No tendrás un admirador secreto? —comenta Venus, e intento arrancarle el rolex de sus manos, fallando miserablemente. Finalmente ella me lo entrega y le doy varias vueltas, observándolo, antes de volver a guardarlo la bolsa y meter esta en uno de mis bolsillos.
Mil ideas cruzan mi mente en cuestión de segundos. ¿Qué clase de persona iba por ahí regalando relojes caros a gente aleatoria en cafeterías? ¿Y si Venus tenía razón y era una manera extraña y nueva de ligar o algo por el estilo? Esta última idea me halagaba bastante, aunque la veía algo exagerada y sin mucho sentido.
Río cuando Venus anuncia la fiesta en mi casa, e incluso mi dirección. En otras circunstancias me habría molestado que anunciasen donde vivo, pero si es para una fiesta claramente no me molesta. De todas maneras iba a terminar sabiéndose, porque tan pronto como ella lo dice yo ya lo publico en mis redes sociales, invitando a toda la gente joven de Acicchia y alrededores.
Eché un último vistazo a la bolsa que contenía el reloj en busca de alguna cosa más: una dirección, un número de teléfono, un pseudónimo, o cualquier otra cosa que pudiera permitirme identificar a la persona. Justo en ese momento levanté la cabeza y crucé mi mirada con la chica de cabello oscuro que hace tan solo un par de segundos estaba en la barra. Me sonrió de manera cálida y, de manera automática, no pude evitar copiar su gesto y sonreírle también. Poco después salió por la puerta de la cafetería, dejándome con la duda de quién era ella.
Al terminar mi desayuno me levanto de la mesa, lo pago todo y salgo afuera. Una vez enfrente de la ventana por la que estaba mirando en la cafetería, saco mi cámara de fotos y echo un par de fotos del paisaje. Miro la hora en mi móvil, decido que voy a dar un paseo entes de comer y luego, a deshacer las maletas. Bueno, quizás encuentre alguien interesante, que me dé ideas para escribir. Justo cuando estoy a punto de e marcharme, me fijo en un chico con ropa de marca y una chica con la cabeza rapada, tienen un reloj con aspecto caro. Ahora que caigo, esa era la chica que estaba anunciando una fiesta antes, no? Bueno, quizás me pase si no estoy muy cansada. Una fiesta es mi mejor opción para conocer gente, ¿no es así? Me voy de la cafetería mientras apunto en mi diario la dirección que dijo la chica, espero no equivocarme.
ZACK:
La classe acabo, cansado, estiró los brazos y recojo mis cosas, me despido del profesor i Maxime, y me dirijo a la cafetería, hoy me tocaba turno desde las 12:30 hasta la tarde, quedando solo media hora, decido acelerar para llegar más pronto de lo habitual.
Minutos después, me paro en la esquina de la calle de esta pequeña cafetería para coger algo de aire, desde afuera puedo ver como una chica está de pie, todo el mundo le presta atención, cuando deja de mover la boca, muchos clientes empiezan a hacer alboroto, como si la estuvieran elogiando.
Con curiosidad, entró en la cafetería, aun hay algo de jaleo, pero no le presto atención, me dirijo atrás de la barra y dejó la mochila en el almacén, me pongo mi bata color negro, y me dirijo a mi compañera Elissa.
-Que me he perdido?- Pregunto mientras miro de reojo el local.
-Esa chica de alli nos acaba de invitar a todos a una fiesta en casa de el chico moreno ese.- Dice ella señalando la mesa 7, hay dos personas sentadas, el chico moreno miraba fiero a su amiga, pero sonriente, como si se lo esperara.
-Ok…- Volvi a mi puesto y me puse a servir cafés y capuchinos junto con algún croissant, hoy parecía haber mas gente de lo normal, lo cual me sorprendió, me pongo a limpiar tazas mientras me meto en mis pensamientos.
-Iras?- Un golpe en el hombro me despierta de mi sueño.
-Que?- Elissa ríe ante mi respuesta.
-Que si iras a la fiesta, bobo.- Miro a la multitud un tanto desconcertado.
-Creo que no, ya sabes, es mucha gente, no quiero que pase como la última vez. Con…Tom y eso.- Elissa me mira preocupada, asiente, y vuelve a su puesto.
Decido al instante que iré a esa fiesta por lo que no dudo en dirigirme a la boutique más cara que encuentro. Decido comprar algunos accesorios para lo que me pondré esta noche: mi primera adquisición es un collar de diamantes que sería discreto sino fuera por el rubí como pieza central, después decido hacerme con los pendientes a juego. Al salir con mis bolsas pasé por un escaparate y de repente sentía que un foco estaba apuntando a unos tacones negros de charol. "Tienes cientos" me dijo una voz en mi cabeza pero yo ya estaba saliendo de la zapatería con una bolsa más.
Con el sol apuntando directamente a mi nuca y mis manos sujetando las bolsas, preguntándome cómo iba a hacer para llevar todo esto en Bella cuando por fin encuentro el que será mi lugar este verano.
—Me encanta —murmuro cuando entro. No son mis proveedores de telas de lujo, pero el aroma a rústico, las estanterías de madera de roble para sujetar los tollos de tela. No me doy cuenta de lo alta que es la tienda hasta que miro el techo, que tiene dibujado un dedal y una tijera entrelazados.
—¿Quiere algo joven? —me pregunta una anciana que probablemente me llegue a la cintura, parecía bastante sorprendida de ver a alguien de mi edad entrar en su costurería.
—Sí necesito tela satén seda de color rojo granate, deme dos metros y medio —dejé las bolsas en una mesa de madera y me acerqué a los estantes de telas—de esta tela crépe en color crudo deme un metro y medio —me dirigí hacia otra sección— y un metro de esta tela organza de color negro —sonreí ante la cara de sorpresa de la anciana que se transformó en una sonrisa.
—Claro ahora mismo
¿Fiesta? ¿En casa de un conpleto extraño? ¡Claro que sí! ¿Que podría salir mal?
Reí y esbocé una sonrisa a ambos chicos, dejando mi magdalena. Se ven como los protagonistas de toda serie de adolescentes en verano, esas que te hacen viajar a los 90 y sentir la humedad del mar en tu rostro a pesar de estar a kilómetros de la costa. Qué curioso cómo esta ciudad logra juntar todo tipo de personas en una ínfima cafetería francesa.
MAXIME:
Llegó el fin de la clase, 12:30. Todos empezaron a recojer, aún agachada Zack se acercó a mi y me dió un toque en la espalda.
-Ya hablaremos más tarde, tengo prisa. -dijo guiñandome un ojo.
-Chao!
Recojí mis cosas y al salir de la clase, me volví a encontrar con la máquina expendedora. Demonios, esa cosa me miraba con ojitos de cordero pidiendome otro capuccino. Volví a sacar otro y me lo bebí casi de tres buches.
-Tengo que dejar mis vicios… -dije para mí.
Al salir, Zack me envió un mensaje. No solía tardar en hacerlo, en realidad. "carita sorprendida me acaban de invitar a una fiesta", contesté "invita a Elissa", mensaje que dejó en visto.
Fuí a la pizzeria de Biagio y cogí mi bicicleta para ir a la biblioteca a estudiar. Al acabar, mandé un mensaje a Zack para pasarme por su cafeteria, antes de comer.
"Puede usted reservar mesa para 1 en su cafeteria?", y le dí a enviar.
"Puede usted reservar mesa para 1 en su cafetería?", y le dí a enviar.
Note como mi móvil vibraba mientras servía otro capuchino, al volver a la barra, mire los mensajes, era Maxi, me preguntaba por una mesa libre, viendo la hora que era, y dándome cuenta que mi turno estaba a 1 hora de acabar, conteste.
"Que sea una mesa para dos, estoy a punto de acabar, te esperare aqui ;) "
Minutos después, Maxi volvió a contestar. "Entonces me invitas a un café? Y ya que estas a la fiesta esa" con una sonrisa en los labios escribí "Si si, ya veremos" y volví a dejar el móvil en mi bolsillo, y intente acabar mis tareas lo entes posible.
"Puede usted reservar mesa para 1 en su cafetería?", y le dí a enviar.
Note como mi móvil vibraba mientras servía otro capuchino, al volver a la barra, mire los mensajes, era Maxi, me preguntaba por una mesa libre, viendo la hora que era, y dándome cuenta que mi turno estaba a 1 hora de acabar, conteste.
"Que sea una mesa para dos, estoy a punto de acabar, te esperare aqui ;) "
Minutos después, Maxi volvió a contestar. "Entonces me invitas a un café? Y ya que estas a la fiesta esa" con una sonrisa en los labios escribí "Si si, ya veremos" y volví a dejar el móvil en mi bolsillo, y intente acabar mis tareas lo entes posible.
Recibo su mensaje y voy camino a su cafeteria. Al llegar amarro mi bicicleta con el candado que llevaba en mi mochila, entro en la cafeteria y la campanita de la puerta suena. Nada más entrar, las miradas de varios clientes se plantan en mi y Zack ni caso, estaba muy pendiente de su trabajo. Me siento en una de las mesas con sillones y miro la hora; la una. Cuando levanto la vista, veo a Zack sudar la gota gorda, pidiendo ayuda a gritos.
-Te hecho una mano? -Le digo recogiendo con el las mesas que faltaban. El se limitó a sonreirme.
Paso por una plaza adornada con muchas flores y plantas, le echo una foto y me fijo en que había una biblioteca por allí. Decido entrar y relajarme un rato. Leer me inspirará, y además me he estado metiendo mucha presión con el libro. He venido aquí para relajarme, será mejor centrarme a disfrutar. Después de estar un rato mirando por las estanterías me decido por La Divina Comedia, de Dante. Uno de mis libros favoritos. Me siento en una mesa a leerlo, junto a varios estudiantes. De repente, me llega un mensaje. Es mi tía, preguntando qué tal me va todo en Italia. Contento con un frío "bien" y vuelvo a mí libro, aunque molesta.
Recibo su mensaje y voy camino a su cafetería. Al llegar amarro mi bicicleta con el candado que llevaba en mi mochila, entro en la cafetería y la campanita de la puerta suena. Nada más entrar, las miradas de varios clientes se plantan en mi y Zack ni caso, estaba muy pendiente de su trabajo. Me siento en una de las mesas con sillones y miro la hora; la una. Cuando levanto la vista, veo a Zack sudar la gota gorda, pidiendo ayuda a gritos.
-Te echo una mano? -Le digo recogiendo con el las mesas que faltaban. El se limitó a sonreirme.
Veo como Maxi pide un croissant a Elissa, el trabajo en la cafetería me estaba matando, encima hoy habían venido unos clientes muy molestos que no paraban de quejarse, enserio que tengo ganas de tomarme un descanso. Minutos después, cuelgo la bata en la alacena, y me dirijo a la mesa donde Maxi se sienta.
-Me estoy muriendo, y mira que cuando decidí trabajar aquí pensaba que no sería tan difícil, esto me esta matando.
Llevaba un rato padeando por las calles y no me había relajado para nada. Seguía completamente igual. Suspiré. Levanté la cabeza, pues hasta entonces estaba mirando mis pies al andar. Me encontraba en uno de mis lugares favoritos, una plaza llena de flores. Fijé la vista en una biblioteca, pocas veces había entrado ahí, pero quizás en ella pudiera relajarme, al menos un poco. Entré, había gente. Cogí el primer libro que ví, al azar, ni siquiera leí su título, me senté en la mesa más cercana y comencé a leer. Tardé poco en desconcentrarme, eché la mirada a las personas que había en la biblioteca. Me fijé concretamente en la chica que estaba enfrete mía, tenía el cabello negro y largo.
-¿Qué lees?-le pregunté curiosa.
Una chica con ojos azules grisáceos me pregunta que estoy leyendo. Al principio me confunde un poco, estaba muy inmersa en el libro. Después entiendo lo que está pasando y le sonrío.
-La Divina Comedia, de Dante. ¿Y tú?e fijo en el libro que lleva en las manos, no parecía algo muy común para leer.
Recibo su mensaje y voy camino a su cafetería. Al llegar amarro mi bicicleta con el candado que llevaba en mi mochila, entro en la cafetería y la campanita de la puerta suena. Nada más entrar, las miradas de varios clientes se plantan en mi y Zack ni caso, estaba muy pendiente de su trabajo. Me siento en una de las mesas con sillones y miro la hora; la una. Cuando levanto la vista, veo a Zack sudar la gota gorda, pidiendo ayuda a gritos.
-Te echo una mano? -Le digo recogiendo con el las mesas que faltaban. El se limitó a sonreirme.
Veo como Maxi pide un croissant a Elissa, el trabajo en la cafetería me estaba matando, encima hoy habían venido unos clientes muy molestos que no paraban de quejarse, enserio que tengo ganas de tomarme un descanso. Minutos después, cuelgo la bata en la alacena, y me dirijo a la mesa donde Maxi se sienta.
-Me estoy muriendo, y mira que cuando decidí trabajar aquí pensaba que no sería tan difícil, esto me esta matando.
-Bueno, todo esfuerzo tiene recompensa. -Le dije, y con un gesto de cabeza le señalé a Cassie. -La has invitado a ir a la fiesta?
Una chica con ojos azules grisáceos me pregunta que estoy leyendo. Al principio me confunde un poco, estaba muy inmersa en el libro. Después entiendo lo que está pasando y le sonrío.
-La Divina Comedia, de Dante. ¿Y tú?e fijo en el libro que lleva en las manos, no parecía algo muy común para leer.
Le doy la vuelta a mi libro, para ver su título, ni siquiera había empezado a leerlo.
-Es un diccionario.-respondó sorprendida y aguantandome un poco la risa al ver el título.-Lo elegí al azar, sin mirar.-le aclaro por si acaso.
Me río en voz baja, al fin y al cabo esto es una biblioteca.
-Es una buena idea escoger un libro al azar, pero la próxima vez mejor asegúrate de que no es ningún diccionario- digo sonriendo- Yo puedo recomendarte algunos libros si quieres.
Veo que ella se ríe, no puedo evitarlo más y también lo hago, aunque en voz baja.
Me dice que la próxima vez me asegure de que no sea un diccionario.
-Es un buen consejo.-respondo también sonriendo.-Si quieres, estaría bien que me recomendaras algo, hacía muchísimo que no entraba aquí.
Veo como Maxi pide un croissant a Elissa, el trabajo en la cafetería me estaba matando, encima hoy habían venido unos clientes muy molestos que no paraban de quejarse, enserio que tengo ganas de tomarme un descanso. Minutos después, cuelgo la bata en la alacena, y me dirijo a la mesa donde Maxi se sienta.
-Me estoy muriendo, y mira que cuando decidí trabajar aquí pensaba que no sería tan difícil, esto me esta matando.
-Bueno, todo esfuerzo tiene recompensa. -Le dije, y con un gesto de cabeza le señalé a Cassie. -La has invitado a ir a la fiesta?
-Elissa?- Pregunte.- Invitarla yo? Esa chica que ha grita ha invitado a todo el mundo, incluido espero, nosotros, los camareros, Elissa solo se ha autoinvitado.- Gire mi cabeza para miras a Elissa, limpiaba algunas tazas mientras tarareaba alguna canción.
-Tu quieres is, verdad?- Le dije alzando una ceja con curiosidad a Maxi.-
¡Bien! Hacía tiempo que no hacía estas cosas, ya lo echaba de menos.
-Vale, ¿cómo te llamas? Ah, y dime algo que te guste o que te gustaría hacer.
En mi cabeza ya estaban pasando multitud de títulos que le podrían gustar, ¡es tan divertido!
¡Bien! Hacía tiempo que no hacía estas cosas, ya lo echaba de menos.
-Vale, ¿cómo te llamas? Ah, y dime algo que te guste o que te gustaría hacer.
En mi cabeza ya estaban pasando multitud de títulos que le podrían gustar, ¡es tan divertido!
-Soy, Cris, ¿Tú?- respondo-Me gustaría viajar y de género de libro no sé, creo que me gusta todos los tipos, menos diccionarios. ¿Con eso te sirve?- pregunté intrigada por saber que libros me recomendaría.
-Vale, ¿qué te parece…?- digo pensativa- Hay una escritora llamada igual que tú… ¡Ya sé!
Me levanto y después de rebuscar por las estanterías unos minutos, vuelvo con un libro.
-Mira, este se llama "El Castillo Ambulante", es bastante reciente y trata sobre una chica que es convertida en anciana por una bruja, y viaja con un mago para encontrar a la bruja y volver a ser joven. Estoy segura de que te encantará sentirte en un mundo mágico, además, no es demasiado largo. Pero si quieres algo más clásico deberías leerte El Alquimista, o En el Camino.- sonrío satisfecha con mi recomendación, cuando me acuerdo de que no le he dicho mi nombre- Ah, sí. Soy April. Encantada.
Observo el libro que me muestra e intento prestar atención mientras me explica de que trata.
-Creo que probaré este, parece interesante.- digo señalando “El Castillo ambulante”..-Igualmente.- digo al escuchar su nombre, April me parece bastante bonito.
Veo como Maxi pide un croissant a Elissa, el trabajo en la cafetería me estaba matando, encima hoy habían venido unos clientes muy molestos que no paraban de quejarse, enserio que tengo ganas de tomarme un descanso. Minutos después, cuelgo la bata en la alacena, y me dirijo a la mesa donde Maxi se sienta.
-Me estoy muriendo, y mira que cuando decidí trabajar aquí pensaba que no sería tan difícil, esto me esta matando.
-Bueno, todo esfuerzo tiene recompensa. -Le dije, y con un gesto de cabeza le señalé a Cassie. -La has invitado a ir a la fiesta?
-Elissa?- Pregunte.- Invitarla yo? Esa chica que ha grita ha invitado a todo el mundo, incluido espero, nosotros, los camareros, Elissa solo se ha autoinvitado.- Gire mi cabeza para miras a Elissa, limpiaba algunas tazas mientras tarareaba alguna canción.
-Tu quieres is, verdad?- Le dije alzando una ceja con curiosidad a Maxi.-
-Ya sabes que donde tu vayas, allí voy -le dije guiñandole el ojo. -La semana pasada mi primo Leonardo organizó una fiesta donde literalmente acabaron todos desnudos y fumados. Que podria salir mal? -Bromeé.
Miré la hora, tenia que irme a comer o llegaria tarde a la clase de HipHop.