ELEONORA:
Me desperté justo cuando un rayo de sol golpeó mi cara. Mierda, otro noche durmiendo solo un par de horas.
Me quedé unos minutos dando vueltas en el colchón, hasta que decidí no hacer más la vaga y levantarme de una vez.
Salí de la habitación y fui hasta la cocina, donde me serví muesli. Me lo comí con ganas, y fui al baño a asearme, a peinarme y a maquillarme para parecer una persona decente.
Luego, fui delante del armario y escogí una camiseta más bien larga, que iba a conjuntar con unos pantalones cortos y unas Vans a cuadros. Remetí la camiseta en el pantalón y me miré al espejo, dejando escapar un pequeño suspiro. ¿Cuándo encontraré ropa que me siente bien?
Fui hacia la jaula de Remy y le di su desayuno, y después de acariciarle un rato, decidí salir a que me diera el aire un poco.
Hacía bastante poco que me mudé a esta casa, y con la universidad apenas he tenido tiempo para tomarme un descanso y vagar por las calles cercanas, e incluso viviendo a unos metros de la playa, ni la he pisado todavía.
Empecé a recorrer las calles de Acicchia, estaba dispuesta a pasar el día fuera de casa.
MAXIME:
Mi escuela de baile estaba justo en el centro de la ciudad, al lado de una brillante y pequeña pizzeria donde me gusta comer los dias que tengo clases por la tarde (y suelo acabar de noche…). Suelo aparcar mi bici ahí, ya que conozco al dueño desde pequeña y hay confianza.
-Buongiorno Biagio! -saludé. (Buenos dias Biagio). Biagio es el dueño de la pizzeria, no tendrá más de 60 años…Con las mejillas rosadas, la cara regordita, bastante bajito y una brillante sonrisa.
-Mia cara Maxime! È bello vederti oggi, hai lezione domani? -(Mi querida Maxime! Me alegro de verte hoy, tienes clase de mañana?)
-Sì, cercherò di passare nella pausa delle 14:00 per prendere qualcosa per la tua salute. -(Si, intentare pasarme en el descanso de las once para tomarme algo a tu salud.)
-Perfetto, ti starò aspettando -(Perfecto te estaré esperando)
Seguidamente, dejé mi bicicleta en el cuarto de la limpieza de Biagio y corrí escaleras arriba de la escuela.
Era una escuela bastante moderna, con bastantes pisos dependiendo del tipo de curso que hacias. Ballet, jazz, hip hop, flamenco y pole dance. Era amplia y con mucha luz, las paredes blancas y ambiente acogedor.
Acabé aparcando a Bella cerca del centro. Después dejé que los aromas de las cafeterías, las personas paseando tranquilamente o corriendo para llegar al trabajo me embriaga.
Después de un rato decidí entrar en una cafetería y tras pedir un café solo, que al final acabaría pidiendo otro como buena italiana, me senté en una mesa a esperar que me trajeran mis tostadas con mermelada. Al observar el sitio me percaté de que probablemente hubiera estado aquí con mi tía Flora, que buena mujer era, al menos ahora descansará en paz no como yo que ya me están llamando de nuevo. Suspiré.
—Por fin me coges el teléfono —se quejó Charlotte hablándome en un fuerte acento francés.
—Otra —me quejé en el mismo idioma—. Estoy de vacaciones, he dejado mi trabajo hecho y estaré en París contigo en septiembre.
—Pero tu hermano… —me estaba desesperando. Es que todo el mundo iba a sacarme el tema.
—No conozco al chico del que me hablas y tampoco me interesa —solté fría.
—Bianca… —me reprochó.
—¿Algo más que decir? —le preguntó.
—Eh, no —en cuanto escuché eso le colgué. Sentí sobre mí varias miradas curiosas al verme hablar francés.
Al llegar a casa del paseo, me dirigí a la cocina y le serví a Den un buen bol con comida para perros, y puede que un poco de jamón. Nana, estaba sentada en la mesa, se ajustaba sus gafas y leía el periódico, mientras se tomaba una taza de café negro, como a ella le gustaba.
-Buongiorno Nana.- Dije mientras me acercaba a ella y le daba un beso a un costado de la cabeza.
-Buongiorno Zack, como dormiste?- Pregunto mientras levantaba la vista del periódico y tomaba un poco de cafe.
-Como siempre.- Suspire, mientras me acercaba a la nevera y cojia mermelada.- Ya sabes, me desperté esta noche y no pude volver a dormir.- Agarre unas tostadas y la unte con la mermelada.
-Hoy tienes clase no? Ya deverias ir tirando, se te hara tarde.-
-Tarde? Pero si son solo las 9, aun tengo 2 horas para comer.-
-Estas seguro..? Que yo sepa, tal chico siempre va a clases una hora antes para poder entrenar a solas…- susurró mientras volvía a darle otro sorbo a su bebida.
La mire con el ceño fruncido, mientras que ella reía por debajo de la taza.
-Ok, ok, me has pillado, iré antes hoy, iré a cambiarme y me dirijire al edificio, no me llevaré la bici hoy.-
Al acabarme las tostadas, me diriji a mi habitación y me cambié de ropa, por algo más cómodo de llevar, metí ropa de recambio en la mochila, junto con la libreta de diseño y me volví a dirigir a la cocina, le di un beso de despedida a Nana y me marche por la puerta principal.
El estudio no estaba muy lejos de donde yo vivía, y como conocía bien al profesor, conseguí que me dejara entrar una hora antes para poder practicar mas.
Al llegar, cogí las llaves de la recepción, y me diriji a la clase que se nos asignaba a los alumnos de jazz. Me gustaba practicar otro tipo de baila ya que siempre he sido muy fan de todos los estilos de música y bailes, el hip hop me impresionaba, pero también había practicado el ballet más de una vez. Hoy preferia probar algunos giros del ultimo video que vi de Hip Hop.
Antes de entrar a clases, me tomé un capuccino de la máquina expendedora y fuí a las taquillas para dejar todo lo que no necesitaba para la clase. Mientras me acababa el capuccino, me acerqué a la clase para mirar por la ventanilla, y efectivamente, ahí estaba Zack.
-Hombre, ya decia yo que era muy raro que no estuviese tu bici en la entrada… -Le solté abriendo la puerta de la clase y me recosté en ella.
Mientras seguía practicando, escuche como la puerta se abría y entraba una persona, del susto di un bote y me caí de cara al suelo.
Haciendo un gemido y suspirando fuertemente, y me incorpore en el suelo, mientras intentaba divisar quien había entrado, y como era de esperar, allí estaba Maxime, tapándose la boca por no reír demasiado fuerte.
-Hola, Maxi, gracias por hacerme caer, no tranquila estoy bien, no hace falta que te preocupes tanto.- Dije sarcásticamente.
Mientras seguía practicando, escuche como la puerta se abría y entraba una persona, del susto di un bote y me caí de cara al suelo.
Haciendo un gemido y suspirando fuertemente, y me incorpore en el suelo, mientras intentaba divisar quien había entrado, y como era de esperar, allí estaba Maxime, tapándose la boca por no reír demasiado fuerte.
-Hola, Maxi, gracias por hacerme caer, no tranquila estoy bien, no hace falta que te preocupes tanto.- Dije sarcásticamente.
-Nada hombre, pa eso estamos. -Dije descojonandome. Pasé adentro y dejé mis cosas en una de las esquinas de la clase. Tiré el capuccino a la papelera y empecé a calentar con Zack para entrar en calor y estar lista para la clase.
-Que tal esta Nana -le pregunté mientras hacía el espagat y trataba de tocarme la punta de los dedos del pie.
-Nada hombre, pa eso estamos. -Dije descojonandome. Pasé adentro y dejé mis cosas en una de las esquinas de la clase. Tiré el capuccino a la papelera y empecé a calentar con Zack para entrar en calor y estar lista para la clase.
-Que tal esta Nana -le pregunté mientras hacía el espagat y trataba de tocarme la punta de los dedos del pie.
- Bien. se puso a pintar otra vez, me pregunto por ti el otro dia, ya sabes, para que vinieras a cenar, o algo. Y tus madres?- Pregunte mientras estiraba los brazos hacia arriva.
-Pobre Nana…lo que tiene que aguantar en casa…-bromeé. -Le comentaré a mis madre sobre volver a cenar algún día. Pero, ya sabes, mi mami está con el curro hasta arriba…Ayer le llamaron diez veces de la agencia inmobiliaria en solo una tarde-suspiré- así que hoy tuve que recoger las cosechas sola para que descansara un poco.
Empezó a entrar gente al aula, hicimos un par de ejercicios más de calentamiento y comenzamos la clase.
Por el cristal de la cafetería vi cómo una mujer de cabello castaño oscuro se acercaba a la cafetería. En cuestión de segundos, la puerta se cerró tras ella y la chica se sentó en una mesa.
Al cabo de un par de minutos el sonido de un teléfono resonó en toda la cafetería, y esto hizo que, de manera instantánea, levantase la cabeza y mirase a mi alrededor. En la mesa de enfrente, la chica de cabello oscuro hablaba por llamada en un francés perfecto. Antes de poder darme cuenta, estaba mirándola y escuchando por encima su conversación, o al menos lo que ella respondía.
Comencé a comer y al pasar mi mirada por el local, me encontré con la de un chico negro que me llamó la atención. Le di un repaso de arriba a abajo y después sonreí.
Tan solo me doy cuenta le estoy mirando demasiado cuando nuestras miradas se cruzan y ella sonríe. Le devuelvo la sonrisa sin mucha importancia y continúo tomando mi desayuno, aunque de vez en cuando vuelvo a levantar la cabeza para comprobar si ella sigue ahí o si está mirando.
(solo digo que tengo el botón de borrar el foro debajo del de publicar respuesta y sufro porque como algún día le dé mal y sin mirar me cargo el mv entero JSAJAJAJAJAJ espero que no pase, pero si pasa, yo ya admito que soy medio gilipollas)
Termino desayunar y me levantó para pagar en la barra aunque antes pido indicaciones para ir al baño y repasarme el pintalabios.
APRIL
Me despierto, y lo primero que veo es la cegadora luz que entra por la ventana.
-¿Qué hora es?- susurro para mí misma- ¡Dios mío, ya son casi las 12:00 a.m.!
Me levanto de la cama con un salto, me visto con un peto y una camiseta blanca de manga corta. Me hago un moño desordenado y me maquillo un poco. Móvil, diario, cuaderno, cámara, estuche y monedero, lo tengo todo. Cojo la pequeña mochila negra y salgo de mi casa.
Estoy exhausta, normal que me haya quedado dormida. Ayer llegué a esta ciudad y aún no me he recuperado del viaje desde Gales hasta aquí. Además hoy he dormido horriblemente, parece que algún vecino tiene un aeropuerto entero en su casa.No tengo fuerzas ni para deshacer la maleta. Después de deambular por las calles de la ciudad, me encuentro con una bonita cafetería. Bueno, aquí estará bien para comprar algo. Me acerco al mostrador, pido un café con leche y unas tostadas y me siento en una mesa cerca de una ventana con vistas preciosas. Igual no pienso quedarme aquí mucho tiempo, desayunar, quizá escribir algo… Después de eso tengo muchas cosas que hacer. Mientras desayuno, le doy golpecitos a mí cuaderno, tratando que conseguir algo de inspiración. Estoy tan cansada…
FEBE
Las patrullas de policía siempre estaban presentes en el centro de una ciudad tan grande como Acicchia. Llevaba las bolsitas en un bolsillo de la sudadera de cremallera negra, y se me veía exhausta, como pude comprobar al pasar delante de un escaparate e intentar arreglarme la coleta sin conseguirlo. Durante aquella noche no había descansado ni un momento, yendo de pubs a otro tipo de discotecas y todo tipo de recovecos oscuros donde nadie podría observar cómo entregaba los sobres de felicidad a mis compradores. Solo sabía que dentro de la bolsa de deporte que llevaba colgada del hombro tenía mucho dinero, y que necesitaba llevarlo al apartamento cuanto antes, donde Cinzia me felicitaría y los chicos estarían satisfechos de que llegara la última parte del botín de la noche. Como siempre, gran parte de este iría a nuestros distribuidores y el resto lo repartiríamos a partes iguales entre todos los componentes del grupo. Siempre me gustaba calcular cuánto tiempo podría estar en la situación. No me gustaba lo que estaba haciendo. Pero no encontraba nada mejor.
La policía comenzaba a sospechar de que había una red de tráfico de drogas cerca de uno de los cuarteles, y si desmantelaban nuestro negocio no podría pagar las deudas, ni tampoco las medicinas de Remo. Parece que aquel día, mi comprador se encontraba en una calle muy concurrida. El sol ya había salido, y aunque no tuviera ni idea de qué hora del día era, sabía que era muy arriesgado intercambiarlo a plena luz del día, delante de una cafetería donde había mucha gente sentada disfrutando de un temprano desayuno. Pero el chico, que parecía ser un poco mayor que yo, consiguió realzar el cambio cuando pasaba un gran grupo de gente por delante de nosotros, apoyados en el escaparate del café.
Aliviada, entré dentro del local. No podía más. Estaba cansada y necesitaba dormir un rato, pero sabía que si me echaba a la cama a aquellas horas no conciliaría el sueño ni queriendo. Por lo que pedí un café doble y un croisant y me senté en una pequeña mesa circular con la bolsa en el regazo, hambrienta y agotada. En cuanto terminara de desayunar y dejara el dinero en el lugar seguro, quizá iba a ver a mi hermano al hospital, a pesar de que mi relación con él se había deteriorado después de aquel tortuoso año. Necesitaba verle aunque no me dirigiese la palabra. Parecía dolido por lo que estaba haciendo su hermana menor por él, a sabiendas de que me lo intentó prohibir varias veces. Me bajé la cremallera de la sudadera, dejando ver un top deportivo corto, y le di un buen mordisco al croisant cogiéndolo con la mano, sin molestarme en partirlo con cuchillo y tenedor para parecer educada. Necesitaba un respiro.
Al fin llegó el autobús con destino al centro de Acicchia, había poca gente.
Le dí el dinero necesario al conductor y le sonreí, ya nos conocíamos, yo todos los días utilizaba el autobús. Me senté al fondo, era uno de mis sitios favoritos del transporte. Casi veinte minutos después, llegó a mi parada, al lado de una cafetería, pero no entré en ella, ya había desayunado. Recorrí las calles de la ciudad sin rumbo, simplemente quería pasar el rato y olvidarme de mis padres y de casi todo.
Hacia un par de días que mi familia y yo habíamos llegado al pueblo. Tras desempacar mi maleta y molestar un rato a mi hermano, tomé mi vieja bicicleta (la cual no tengo ni idea de cómo se sostiene en pie) y me dirigí a la cafetería.
En el camino, me detuve un par de veces a contemplar el lugar, tal y como si fuera la primera vez. Accichia es un pueblecito algo pequeño, pero de extraordinaria belleza y nostalgia. Puede que lo que más me guste de él sean sus alegres calles, despreocupadas, y la sensación de libertad que emanan. Aquí no debo preocuparme por cómo me estén mirando los vecinos o si hago demasiado ruido; aquí todos somos almas perdidas en algún lugar de la adolescencia.
Aparqué mi bicicleta frente al local y entré, divisando a un par de chicos de mi edad. Sonreí y me acerqué a la barra a pedir mi desayuno. Puede que este no fuera un verano tan aburrido.
Poco a poco la cafetería se fue llenando de gente. Observé entrar a una chica de ojos muy claros, que se sientó cerca de la ventana al igual que yo. Tras un par de minutos escuchando como da pequeños golpes a una libreta, mientras espera que le sirvan su comida, me planteo seriamente decirle que pare, pues mi dolor de cabeza no puede soportarlo por mucho más tiempo. Traté de no decir nada al respecto y simplemente me dediqué a echarle una mirada un tanto molesta, con la esperanza de que me viese y captase la indirecta.
Entonces, algo de movimiento al otro lado del cristal llamó mi atención. Un grupo numeroso de personas, supongo que turistas o simplemente amigos, pasaron justo por delante. Para mi sorpresa, entre el grupo de personas, pude ver un pase de droga entre una chica rubia y un señor que no alcancé a distinguir del todo bien. Tras marcharse el grupo de gente, ambos se separaron y ella entró a la cafetería.
La escena me recuerda el motivo por el que ahora mismo la cabeza me pesaba tanto y me dolían la mayor parte de los músculos de mi cuerpo. Quizá el día anterior sí me pasé demasiado bebiendo. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Hacía ya dos semanas desde que pillaron a mi anterior camello de confianza, y encontrar a alguien nuevo que me vendiese no me estaba resultando muy fácil, por lo que la única opción que me quedaba era consumir todas las botellas de alcohol que tenía a mi alcance en casa o cualquier otra sustancia semejante que lograse distraerme lo suficiente como para no pensar en ello. Estaba desesperado y no sabía que hacer, y recordar aquello solo consiguió ponerme un tanto más nervioso.
De súbito, una idea me vino a la cabeza: podía organizar una fiesta en mi casa aquella misma noche, por muy apresurado que fuese. Al fin y al cabo, las fiestas son la excusa perfecta para beber desmesuradamente, además de los lugares donde se trafica con más facilidad, por lo que podría servirme para encontrar a alguien nuevo, o al menos alguna cosa que me permita aguantar unos días más hasta que encuentre a otra persona que me venda. Sí, era un plan perfecto.
Rápidamente agarré mi móvil y escribí un mensaje a Venus, mi amiga desde hacía ya un tiempo.
—Hey, tienes algún plan para esta noche? —escribí, sabiendo ya la respuesta. Mientras esperaba a que contestase, retomé mi tarea de observar mi alrededor al mismo tiempo que hacía una lista mental de las cosas que necesitaría para aquella noche.
Salí del baño con los labios pintados y me dirigí al mostrador primero. Me conocía a la perfección toda la galería comercial de Milán pero aquí estaba totalmente perdida así que pregunté en el mostrador.
—Perdone ¿Dónde puedo encontrar una joyería? —le mujer de la cafetería se limitó a cobrarme y pasó completamente de lo que le dije. Rodé los ojos, genial.
Hace alrededor de media hora dejaron de sonar todas las alarmas que tengo programadas para levantarme, porque con una sola nunca lo consigo. Hoy me he permitido ignorarlas e incluso había desactivado algunas, porque con la fiesta de anoche sabía que no iba a ser capaz de aprovechar la mañana. Ya son las doce del medio día y sigo en la cama cuando de repente escucho una notificación del móvil. Estiro rápidamente el brazo para alcanzar el teléfono, si hay algo que puede conmigo es la curiosidad. Es un mensaje de Eros preguntándome si tengo planes esta noche. Ni siquiera me he recuperado de la última fiesta, de anoche, y Eros ya me está proponiendo otra. De todas maneras, yo nunca rechazaría una
—Algunas tenemos resaca de ayer jajaja— Le contesto mientras me levanto de una vez de la cama. Hoy no voy a hacerla, ventajas de vivir sola.
Anoche Eros no vino conmigo a la discoteca, pero normalmente suele hacerlo. Es así como nos conocimos dos años atrás y ahora siempre solemos ir juntos a cualquier lugar en el que nos ofrezcan alcohol.
Me cambio de ropa y me desmaquillo, pues anoche iba tan mal que no hice ninguna de las dos. Termino de arreglarme y salgo de la pequeña cabaña azul a la que me gusta llamar casa. Fuera me encuentro a Athos vigilando la playa con Giallo, mi perro. Al verme baja de torre de vigilancia, no muy alta, y se acerca a mí.
—Hoy te cubro—Ríe Athos, mi compañero, pues debería ser yo la que vigila la playa hoy, pero la resaca ha podido conmigo.
—Te lo pagaré—Contesto. Justo en ese momento Giallo corre hacia mí y empieza a lamerme las manos para que lo acaricie, pero está todo mojado de revolcarse en la orilla.
—Tranquila, me gusta. Él me hace compañía— Giallo nos salpica sacudiéndose para secarse. Y yo que me había cambiado de ropa. Agradezco a Athos su amabilidad con una sonrisa aunque por dentro solo quiera maldecir al perro. Me despido de ellos y subo en mi moto, dirección a la cafetería donde sé que encontraré a Eros porque siempre está allí.
Y cómo no, allí lo encuentro. Entro y me acerco a su mesa, al verme se le dibuja una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Y dónde es la fiesta? —Digo cogiendo una silla de otra mesa y dándole la vuelta para sentarme, apoyando los brazos en el respaldo de esta.
Una voz me sobresalta.
-Señorita, su pedido.
Ah, es verdad. Debo de haberme quedado medio dormida. Inmediatamente cierro mi cuaderno para protegerlo de los líquidos. Más de una vez se me cayó algo encima, y ya que hoy no estoy en mi mejor momento no me fío de que no le pase nada. Después de guardarlo todo empiezo a beberme el café. Quizás haya sido mejor pedir uno más fuerte, pero no soporto el amargo. Desayuno mientras miro por la ventana, preguntándome como serán las vidas de la gente que va pasando, quizás uno sea un espía secreto, o un demonio enmascarado, jajaja. No estaría mal para un libro. El desayuno me relaja y me aclara las ideas. Sonrío, fue una buena idea venir aquí.
—Que directa eres. Ni un "buenos días, Eros" ni un "¿qué tal estás?" —río, fingiendo estar molesto, aunque no me sale muy bien. —Tiene usted muy malos modales, señorita Angelina Venusta Scarpello.
Ambos reimos mientras ella agarra una silla de la mesa de al lado y se sienta abriendo las piernas y apoyándo los brazos en el respaldo.
Cuando logro recuperar la respiración de reírme, contesto a su pregunta.
—¿Dónde quieres que sea la fiesta? Venga, esta vez te dejo elegir. ¿Casa o yate?
Decido apoyarme en el mostrador mientras reviso mi móvil y busco la joyería más cercana. Quiero deshacerme del reloj de mi hermano, de hecho se lo daría a cualquier desconocido, siendo sincera ¿Quién iba decir un no a un rolex de diseño? Pero a la vez no podía llegar de repente darle el reloj a alguien y decirle: "Toma, para ti”, sería muy descarado, aunque yo siempre era así de descarada. A la mierda. Comencé a mirar por el local, ¿A quién le quedaría bien ese reloj?